Se han ido los extraños…
El jueves y el sábado pasado, los de siempre, salimos y
llegamos a la plaza de siempre a correr.
Pero la plaza estaba extrañamente llena. Había un mercadillo
navideño y la siempre vacía plaza tenía gente.
Entonces, al llegar sudados y humeantes la gente nos miraba
mal… Ellos, con sus tapas y cervezas nos miraban, algún descarado hasta se
reía, sino nos señalaban.
Pero Jonathan y yo también nos reíamos de ellos, pues ellos,
que se creían los normales, eran los que desentonaban con lo que ocurre allí el
resto del año.
Nos miraban como los raros, sin entender que lo que era raro
era que ellos no estuvieran en sus casas o en sus bares dejándonos en paz,
importándoles lo mismo que les importamos todos los martes, jueves y algunos
festivos de guardar.
Tened cuidado con valorar lo que es normal, porqué puede no
serlo, al menos para todos.
Hoy los extraños no estaban y hemos podido estirar lejos de
miradas indiscretas, en la tranquilidad de nuestra plaza, pues la conquistamos
muchos días del año.
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