dilluns, 9 de març del 2009

Ayer me sentí como una prostituta de libros.

Ayer me sentí como una prostituta de libros.

Después de todo el fin de semana leyendo libros de Deficiencia Mental, llegó un punto en que me saturé y dejé de leer por gusto.

No obstante, las hojas seguían pasando entre mis dedos, sin placer, sin ganas…

Catell, Simon, Binet, autores, reflexiones, estadios de desarrollo, que ya no quería seguir leyendo, pero el tiempo apremia.

Leía de nuevo en modo automático, sólo apto para estudiantes.

Letras, letras, palabras, palabras, hojas y hojas… que ya nada me transmitían.

Al final, por la noche, a la luz del flexo de la habitación, seguí leyendo el último libro de “Los Hijos de la Tierra” y volví a sentir el placer de la lectura, de las historias incesantes y de los sentimientos encontrados.

Y entonces pensé, que si a las prostitutas les pasaría igual… que si notarían un placer diferente entre sus quehaceres y sus amores.

Supongo que sí.
Lo que desvirtúa igualmente el sexo como a los libros, que por desgracia, no siempre son apreciados con la misma intensidad.

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